CÓmo conseguir lo que tÚ quierasLuigi Carlo De Micco

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Entrevista con el autor

Los psicólogos no salen muy bien parados en su libro; ¿considera realmente que la psicología es una pseudociencia?

De Micco: ¡Por supuesto que sí! La psicología no tiene nada que ver con la ciencia. Me parece bastante más serio el horóscopo que publica su periódico todas las semanas, y eso que seguramente se rige por el principio de casualidad, no de causalidad. La psicología y el psicoanálisis son una de las grandes mentiras del siglo XX y XXI.

 

Se puede decir más alto pero no más claro... Sin embargo, hay miles de pacientes y de psicólogos en el mundo que no comparten su opinión.

De Micco: ¿Y? No por ello deja de ser una gran tontería lo que los psicólogos y los terapeutas hacen día tras día. ¿Estuvo usted alguna vez en la consulta de un psicólogo?

Pues no, hasta ahora no he sentido la necesidad.

De Micco: Pues le recomiendo que haga la prueba. Yo mismo le pago los 200 ó 300 euros de la consulta. Invéntese un problema psicológico cualquiera, una fobia o un problema sexual, que le cause infinitos pesares. O cuéntele al terapeuta que tiene problemas con eso de sentirse hombre, a ver qué le dice.

¿Y qué me va a decir?

De Micco: Pues de entrada el psicólogo le creerá a pies juntillas todo lo que usted le cuente. Certificará que usted padece, efectivamente, la enfermedad que le ha presentado, y muy rápidamente le recomendará unas cuantas sesiones de terapia a precio de oro... si no le receta ya al momento medicamentos.

¿No será cierto eso que me está contando...?

De Micco: Desde luego que sí, yo mismo lo he constatado acudiendo a los representantes más conocidos y eximios del gremio, y el resultado siempre ha sido el mismo. Imagínese. Es como si usted va al médico internista y le dice que hay que extirpar el apéndice, lo cual este hace sin pensárselo dos veces. ¿Le parece a usted un modo científico de proceder? Y esto es lo que ocurre con la psicología, que poco tiene que ver con la ciencia y con la capacidad de esta para curar.

Su libro habla mucho de ejercer influencia sobre otras personas. ¿Cuál es, en su opinión, el error de los psicólogos cuando se trata de influir sobre otras personas?

De Micco: Desde hace años la psicología intenta, inútilmente, analizar el "alma", el interior, el subconsciente de los seres humanos, ese almacen inmenso que todos poseemos, para sacar a partir de estas profundidades de la psique conclusiones respecto al comportamiento humano, con el fin de manipularlo o influir curativamente sobre este. No contentos con ello, los psicólogos dicen saber lo que es normal y lo que es anormal, quien está sano y quien enfermo.

Vale. ¿Qué alternativa ofrece usted? ¿Cuál es su enfoque?

De Micco: ¡Sistemas! Y siempre de nuevo una idea cabal de cómo funcionan sistemas, los sistemas de comunicación. El comportamiento humano no se ve influido únicamente por la psique. Los hombres, y las mujeres, claro, somos seres esencialmente comunicativos, que reaccionan en y a su entorno. Siempre nos movemos, por lo tanto, en el campo de la comunicación. Todo comportamiento es resultado de una interacción, sea con otras personas o con uno mismo.

 

El título del libro "Cómo conseguir lo que tú quieras. El poder de los sistemas" parece muy prometedor. ¿Cómo consigo, pues, lo que quiero y a qué puedo aspirar?

De Micco: Bueno, aquello a lo que puede aspirar tiene que decidirlo usted mismo, pues si deja la decisión en manos de otros no creo que le resulte beneficioso. Me refiero, por supuesto, a sus metas personales.

Para alcanzar metas necesita casi siempre de otras personas. De este modo, le será necesario ganarse siempre a alguien, convencer a alguien de que sus propósitos son correctos, trátese de su jefe, el banco a donde va a pedir un préstamo, su hijo, su hija, su vecino, su suegra o su pareja. Considere que toda persona es un sistema propio que desempeña un determinado papel en un momento también determinado. De este modo, se encontrará inevitablemente con un sistema que no es el suyo. En el libro cuento cómo es posible penetrar en estos sistemas comunicativos, de modo que resulte posible conseguir aquello que uno quiere.

¿No nos movemos entonces de nuevo en el terreno de la psicología?

De Micco: No, de ningún modo. Debido a nuestra educación y formación tendemos a relacionar de forma automática con la psicología todo aquello que de alguna manera tiene que ver con ejercer influencia sobre otras personas. Yo no me ocupo de la mente de las personas, lo cual me parece una gran perdida de tiempo. Los psicólogos preguntan siempre por las causas, por el "por qué". A mí eso no me sirve, saber por qué una persona actúa de una determinada manera; lo que sí quiero saber es qué persigue, qué busca una persona con una determinada forma de actuar, qué es lo que intenta comunicar. Esto es lo que resulta posible investigar, observar de forma objetiva y también, por lo tanto, comprender. Dedicarse a averiguar por qué alguien actúa de una determinada manera es, sencillamente, demasiado especulativo. La persona en cuestión nunca nos dirá la verdad. La comunicación se dedica a investigar los propósitos, no el por qué de esos propósitos.

¿Niega usted por lo tanto que el ser humano tenga algo así como una psique?

De Micco: No, por supuesto que no. No hay duda de que existe algo así como eso que los psicólogos y psiquiátras denominan psique. Sin embargo, dudo de que sea posible analizarla y manipularla, que es lo que afirman los psicólogos. Simplemente niego que sea posible manipular sin más la mente de un ser humano, y muy especialmente a través de un medio tan sospechoso como lo es la psicología. Este es un campo más propio de los cuentos de hadas. Lo que a nosotros nos interesa son las posibilidades de modificar la conducta, un enfoque completamente distinto, por lo tanto.

Sin embargo, usted demuestra en su libro que es posible ejercer influencia sobre las personas, ganárselas. ¿No se contradice esto con su afirmación de que no es posible influir sobre la psique?

De Micco: No, no es una contradicción, pues yo ni siquiera intento ejercer influencia sobre la mente. Lo que hago es mostrar posibilidades de ejercer influencia sobre el comportamiento humano, posibilidades de modificarlo. Esta es la diferencia esencial. La psique no es simple comportamiento, no. Todo comportamiento es el resultado de muchos factores. No hay duda de que también la psique desempeña aquí un papel; sin embargo, como no tenemos la capacidad de delimitarla y definirla claramente, deberíamos concentrarnos en todo aquello que resulta aprehensible, en lo que se puede medir, ver, escuchar, esto es, concentrarnos en la comunicación, que tiene una importancia esencial a la hora de definir la acción y reacción de todo comportamiento.   

¿A quién se dirige el libro? ¿Está pensado para un grupo de personas en especial?

De Micco: El libro es interesante para todo aquel que busca un camino nuevo, distinto, para alcanzar sus metas. Hay muchos lectores que me escriben, y entre ellos encontramos empresarios, ejecutivos y profesores; pero también matrimonios y padres, con las profesiones más diversas. Si se es capaz de olvidar por un instante todo aquello que alguna vez se ha escuchado o leído en el campo de la psicología surge una visión del ser humano completamente distinta, más comprensible y, en mi opinión, más realista. A partir de entonces, el comportamiento humano aparece bajo una luz muy diferente, que permite evitar o solucionar conflictos de una manera mucho más fácil.

Sé que no es fácil. Durante miles de años, la especie humana estaba convencida de que la tierra era plana... y ya ve...

¿Usted sería, por lo tanto, algo así como el Galileo del comportamiento humano?

De Micco: No, no. Otros científicos ya realizaron en su momento las investigaciones básicas que ahora aprovechamos, científicos, dicho sea de paso, a los que no se les prestó toda la atención que merecían. Ahí está, en primer lugar Paul Watzlawick, que, él mismo psicólogo y médico, dedicó su vida a investigar las formas de comunicación humana. Fue él quien hizo, junto con un grupo de investigadores, de la comunicación un objeto digno de estudio. Este grupo se conoce como el Grupo de Palo Alto, que aún hoy investiga y enseña en el denominado Mental Research Institute en California. Watzlawick puso en evidencia muchas de las teorías clásicas de la psicología y el psicoanálisis.

Sin embargo, yo, como empresario y no psicólogo, no estoy interesado en la pregunta de cómo puedo liberar a las personas de su padecimiento psíquico, tenga la naturaleza que tenga. No es este mi tema y tampoco mi tarea. Yo, por el contrario, me he dedicado a buscar durante mucho tiempo alternativas a todas esas recetas que prometen éxito en el ámbito privado y profesional, y que presentan sin excepción un cariz psicológico. En esta búsqueda me topé con las enseñanzas de Watzlawick, y me dispuse a transferir muchos resultados de sus investigaciones a la vida "no clínica", esto es, "no patológica". En la medida en que ligué estas enseñanzas con mis propias experiencias y análisis fue esbozándose una nueva visión de las cosas, hasta madurar en la forma que se describe en el libro.

¿Cómo contempla usted el futuro? ¿Cuál será la alternativa? ¿Acabará desapareciendo la psicología e incluso la psiquiatría?

De Micco: Bueno, la aceptación social o científica respecto a los grandes cambios y los cambios de paradigma siempre ha estado ligada a procesos largos. Que la tierra era redonda, la eliminación de la esclavitud, la desaparición de ideologías totalitarias, el papel de la mujer en la sociedad y las culturas... todos estos son cambios que siempre han partido de un sistema estable y establecido, con lo cual entramos de nuevo en el tema de los sistemas. Cambiar estos sistemas complejos, que cuentan con fuertes mecanismos de autoprotección, requiere siempre de unas enormes fuerzas y de tiempos prolongados. También la psicología, o eso que entendemos hoy por ella, ya que así nos lo enseñan, constituye un sistema. Se transformará, se verá obligada a cambiar, pues las voces críticas, especialmente dentro del mismo campo de la psicología, resuenan con una nitidez cada vez mayor. Y cuando esto ocurre, cuando se produce la rebeldía en las propias filas, los grandes cambios sistémicos no están lejos, pues es el propio sistema el que ha empezado a cuestionarse como tal.

 

En su libro usted recomienda una y otra vez abstenerse de la crítica. ¿Es que prefiere a ciudadanos que comulguen con ruedas de molino?

De Micco: Yo no me inclino por ningún tipo de ciudadano o de sociedad. Las sociedades se hacen siempre a sí mismas. Sí, a los 16 años yo mismo me eché a la calle para cambiar el mundo, para protestar contra no sé qué decisiones de la OTAN y para explicar a la gente, y a los políticos, que da igual tener 200 ó 500 veces la capacidad para destruir la Tierra .

Verá, el hecho de que me centre tanto en la cuestión de la crítica se debe a que este es uno de los mayores escollos cuando se tratar de "penetrar" en otro sistema humano e intentar ejercer influencia sobre él. Si este es el propósito, la crítica es el mayor de los obstáculos para conseguirlo. Es por que ello que recomiendo renunciar a la crítica, y son muchos los ejemplos que doy en el libro de situaciones en las que criticamos sine n realidad pretenderlo.

Criticar es siempre atacar, aunque esta crítica quiera ser "benévola" o "constructiva", ¿pues quién se atreve a definir qué se puede entender por estos dos adjetivos? Tan pronto como ataco un sistema, este se protegerá, de forma automática. Me catalogará de "enemigo·, con lo cual mis posibilidades de intentar influir sobre él han quedado reducidas a cero.

 

En lo que se refiere a la crítica, resulta también muy interesante en su libro la visión de la realidad, pues usted habla de que todos nosotros nos construimos nuestra propia realidad. Si eso es así, ¿cuándo nos encontramos ante la realidad real?

De Micco: Sí, así es, o puede ser... Todos nosotros nos creamos nuestra propia realidad. Por poner un ejemplo banal, piense en cinco testigos de un mismo accidente. Todos han visto y oído, en principio, lo mismo, pero cada uno de ellos le dará su propia versión, pudiendo llegar a contradecirse entre sí.

Por supuesto, cada uno de nosotros tiende a abogar por sus propias opiniones, pero es más que abogar, es "defender", pues nuestras opiniones son parte de nosotros mismos, de nuestra personalidad. Así, cuanto más sienta atacadas sus opiniones, y, con ello, a usted mismo, más tenderá usted a defenderlas. Buscará más y más ejemplos y pruebas que justifiquen sus consideraciones o su comportamiento. Con ello, está construyendo su propia realidad. Según la relevancia del tema, tomemos por ejemplo su más querida afición, será imposible motivarlo a un cambio de postura. Así, si usted es un fanático del golf y de repente se encuentra con alguien que le dice que este es un deporte para la tercera edad, una especie de sustituto del sexo que ya no se puede practicar, lo más probable es que usted mande a esta persona a freír espárragos, o, cuando menos, la excluirá de su círculo más íntimo. Es por ello que recomiendo renunciar a toda crítica si lo que se pretende es ejercer cierta influencia.

 

Sin embargo, hay tantas situaciones en las que la crítica resulta más que pertinente... ¿Por qué voy a renunciar a expresar mi opinión?

De Micco: Es lógico que como periodista piense así. Al fin y al cabo, su profesión consiste en cuestionar las cosas, es por ello por lo que le pagan y lo que sus lectores esperan de usted. Su tarea consiste en informar y, dado el caso, en ilustrar. Esto está bien. Pero tenga en cuenta que usted no pretende ejercer influencia sobre su interlocutor o hacerlo cambiar de opinión o que modifique su conducta. Este es el punto esencial. Si, por el contrario, usted alberga algunos de estos propósitos debería renunciar a criticar, pues de lo contrario puede cerrarse de entrada todas las puertas. No siempre es fácil. Yo recomiendo siempre en este tipo de situaciones tratar de imaginarse que sin duda hay un motivo para que su interlocutor piense como piensa, motivos que a lo mejor no se conocen y que, por lo tanto, no se pueden valorar. Recomiendo, además, pensar en todas esas veces en que uno mismo cambió de opinión o de conducta, renunciando a ideas y actitudes que se creían inamovibles, eterna y "ciertas", y que se defendían a capa y espada. Sin embargo, de pronto ocurrió algo o usted conoció a alguien que le hizo cambiar radicalmente de opinión. Solo hay que recordar quien era uno antes del matrimonio y quién se es ahora...

¿Y entonces por qué ataca usted con tanta vehemencia a los pobres psicólogos? ¿Cómo se compadece esto con lo que acaba de expresar?

De Micco: Muy fácil. Porque yo no pretendo cambiar en absoluto a los psicólogos. Verá, yo vendo miles de libros y cobro mi buen dinero por los cursos que doy en buena medida porque ignoro a esta pseudociencia. ¿Por qué iba a querer cambiarlos? Estaría tirando piedras contra mi propio tejado...

No es malo el argumento. Con todo, me gustaría verlo discutir algún día en público con algunos psicólogos.

De Micco: La verdad es que prefiero renunciar a discutir con los señores y las señoras representantes de este gremio, pues no lleva a nada, una pérdida de tiempo. A mí me resulta mucho más importante e interesante que las víctimas de la psicología perciban determinadas problemáticas y que se muestren muy escépticos ante lo que promete esa pseudociencia. Puede compararse con la caída de los dictadores. Coincidirá conmigo en que no lleva a nada debatir con un dictador sobre sus errores, su ideología o sus malas tretas. Si usted pretende acabar con una dictadura, tiene que convencer primero a las personas que la sufren.

¿De verdad que compara usted a los psicólogos con dictadores?

De Micco: Bueno, la comparación no resulta tan absurda si se tiene en cuenta el trasfondo ideológico. ¿Qué voy a discutir con personas que extienden a pedófilos sin escrúpulos o a violadores un "certificado psicológico" de curación que permite que estos salgan a la calle y vuelvan a violar cruelmente a otro niño...? Huy, lo sentimos, nos hemos equivocado... Y de nuevo a la cárcel hasta el próximo certificado, y así sucesivamente... En este caso prefiero discutir con el juez, no con el psicólogo, que ha tomado la decisión a partir de un certificado semejante, a ver qué le dice su conciencia sobre su tarea de proteger a la sociedad... Podríamos añadir muchos otros ejemplos de esta forma verdaderamente diletante de extender certificados a diestro y siniestro, el que certifica la valía para el servicio de un soldado traumatizado, la capacidad de seguir conduciendo un coche a pesar de que el conductor es alcohólico notorio, la integridad moral y psicológica de esa adolescente confusa y asustada para abortar... Y así sucesivamente. Pues estas son las situacioens en las que realmente se recurre a los psicólogos... Uno no sabe si reír o llorar...

Así las cosas, prefiero centrarme en la comunicación y sus múltiples matices, un tema, el de la intercomunicación humana, mucho más apasionante. Aquí es posible observar, ver, vivir, experimentar. A diario. Siéntese en un café, abra los ojos, escuche... Observe la comunicación, la interacción, los distintos papeles, cómo estos se van transformando, cómo se modulan... El por qué  alguien comunica algo resulta irrelevante, pues al fin y al cabo nunca se llegará a saber verdaderamente. Intente, más bien, detectar qué se quiere comunicar y cómo recibe el interlocutor esta información. Quién quiere influir sobre quién y cómo se defienden las distintas personas ante estos intentos. Nada hay más apasionante.

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